La edad de presentación suele estar en torno a los 50-60 años siendo más frecuente su aparición en el sexo femenino.
Produce dolor a nivel de la base del pulgar que a veces irradia hacia todo el dedo. Suele ser un dolor invalidante que dificulta las tareas cotidianas como girar una llave o abrir una botella, siendo característico el que se caigan los objetos de las manos como platos, vasos, etc.
Para el diagnóstico basta con una radiografía simple en dos proyecciones que nos mostrará el grado de degeneración de la articulación. Hay que decir en este punto que no se correlacionan los hallazgos radiológicos con la clínica que presentan los pacientes, es decir, que no necesariamente degeneraciones más severas en la Rx van a conllevar un mayor dolor y viceversa.
En casos que no respondan al tratamiento anterior puede iniciarse fisioterapia en pos de aliviar el dolor y mejorar la funcionalidad de la articulación.
Si no se mejora con la fisioterapia hay quien recomienda las infiltraciones con corticoide depot. Desaconsejo firmemente dicho tratamiento debido a que sólo produce un alivio a corto plazo y puede producir efectos secundarios indeseables como son la despigmentación de la piel, atrofia grasa y roturas tendinosas. Las infiltraciones con Ácido Hialurónico u otras sustancias no se han mostrado útiles.
Ante la no mejoría con analgésicos, ortesis y fisioterapia, estaría indicado el tratamiento quirúrgico. Existen multitud de técnicas quirúrgicas que se han ido describiendo a lo largo de los años, aunque podría resumirlas en tres fundamentalmente: La ligamentoplastia, la prótesis y la artroscopia.
Dependiendo del grado de afectación radiológica, edad del paciente, demanda funcional y expectativas de recuperación se elegirá una técnica u otra.
La ligamentoplastia con las técnicas de Burton-Pellegrini y de Welby son el Gold Standard actualmente y con las que se comparan las demás. Consisten en realizar la extirpación de trapecio (hueso implicado en la articulación) y la suspensión del primer metacarpiano (hueso implicado) mediante injerto tendinoso, generalmente hemitendón del palmar mayor. En el caso del Burton se pasa a través de un túnel óseo en el metacarpiano y en el caso del Welby, se estabiliza realizando una lazada con los tendones vecinos.
Tras ello, el paciente deberá portar una férula u ortesis durante 3 semanas y comenzar posteriormente la fisioterapia.
La prótesis consiste en sustituir las superficies articulares del trapecio y el primer metacarpiano por piezas metálicas articuladas entre sí para sustituir los movimientos de la articulación. Tiene la ventaja de que la recuperación es muy rápida, sin necesidad de inmovilización, pero tiene el inconveniente que, en personas muy activas con mucha demanda funcional, puede fallar el implante incluso luxarse. Este hecho ocurre en un porcentaje inferior al 10% en nuestros resultados, pero hay que tenerlo en cuenta a la hora de seleccionar qué pacientes se pueden beneficiar de la prótesis y en qué pacientes sería mejor usar otra técnica.
La artroscopia es una técnica novedosa que consiste en usar una óptica de 1,9mm ó de 2,4mm para la visualización articular e instrumental de 2mm para realizar la intervención. Permite intervenir dicha patología abriendo únicamente dos portales de 3mm, lo que conlleva una recuperación muy rápida, sin necesidad de hospitalización, una cicatriz muy estética y recuperación del rango articular completo.
Permite además realizar un retensado térmico de los ligamentos articulares y estabilizar el metarpiano de manera percutánea en caso necesario (suspensoplastia). El principal inconveniente es que suele ser técnicamente muy exigente y se aumenta el tiempo quirúrgico en unos 30 minutos, que, en mi opinión, a la vista de los buenos resultados que ofrece, está más que justificado.
Tras la intervención, se coloca una inmovilización durante 3 semanas (férula u ortesis) y se comienza la fisioterapia posteriormente, aunque en la mayoría de los casos la movilidad del pulgar se recupera en 10-15 días sin necesidad de fisioterapia.
Algunas preguntas frecuentes acerca de esta afección incluyen:
¿Cuáles son los síntomas de la rizartrosis? Los síntomas más comunes de la rizartrosis son dolor, inflamación, debilidad y rigidez para realizar la pinza con el dedo índice.
¿Cuáles son las causas de la rizartrosis? La artrosis es causada por el desgaste del cartílago que recubre la articulación. Puede ser causada por factores hereditarios, sobrecarga debido al uso excesivo o traumatismos previos.
¿Cómo se diagnostica la rizartrosis? El diagnóstico de la rizartrosis se basa en la historia clínica del paciente, un examen físico y la evaluación mediante radiografía simple en dos proyecciones.
¿Cómo se trata la rizartrosis? El tratamiento para la rizartrosis incluye fisioterapia, medicamentos antiinflamatorios y analgésicos en estados iniciales. En casos más avanzados puede requerir cirugía. Es importante tratar la enfermedad tempranamente para evitar complicaciones y preservar la movilidad de la articulación afectada.
¿Hay alguna forma de prevenir la rizartrosis? Puede ayudar a prevenir la rizartrosis mediante el fortalecimiento de los dedos y las manos, evitando lesiones y manteniendo una vida saludable.
¿La rizartrosis se puede curar? La rizartrosis no se puede curar como tal sin cirugía, existen tratamientos que pueden ayudar a controlar los síntomas y retrasar la progresión de la enfermedad. A día de hoy, la cirugía se presenta como la única opción de eliminar el dolor, volver a recuperar la movilidad y eliminar los problemas de debilidad y deformidad.
Le recomendamos que acuda a un traumatólogo especialista en miembro superior para que pueda abordar la patología con las mayores garantías posibles de éxito.